El Teide era un volcán considerado sagrado desde la antigüedad y que tenía reministencias mitológicas, como el Monte Olimpo en Grecia. Para los aborígenes guanches este volcán era sagrado y recibía el nombre de «Echeyde» que, después de una castellanización, derivó en el nombre actual, que significaba «infierno».
Según sus creencias en él vivía Guayota, el demonio del mal. Según la leyenda, Guayota secuestró al dios Magec (dios de la luz y el sol), y lo llevó consigo al interior del Teide, sumiendo a todo el mundo en la oscuridad.El Teide se recubrió de un carácter demoníaco en la cosmogonía guanche no solo de la isla de Tenerife, sino del resto del archipiélago. Según el actual escritor Antonio Tejera Gaspar, existen determinadas manifestaciones religiosas en La Gomera, El Hierro, La Palma y Gran Canaria que tienen como referencia al Teide. A pesar de las diversas leyendas y supersticiones, los aborígenes guanches convivieron con el Teide y se convirtió en parte inseparable y fundamental de su cultura.
MUNDO CLÁSICO.
En el siglo I d.c. el astrónomo, matemático y geógrafo de Alejandría Claudio Ptolomeo escribió La Geografía, obra en la que sitúa el meridiano en el extremo occidental del mundo conocido (Canarias). Dicha obra sería decisiva para los primeros navegantes portugueses y castellanos hacia el sur. Sin embargo, ese primer contacto estaba lleno de recelos, en consonancia con el terror y la superstición que se tenía de las montañas en aquella época. Fray Bartolomé de las Casas fue el primero en relacionar las Islas Canarias con los restos de la isla de Atlantis descrita por Platón en sus diálogos Timeo y Critias.
También el propio José de Viera y Clavijo se inclinaba por esta posibilidad escribiendo: "...Las Canarias fueron en otro tiempo una península del África; que por efectos de diluvio de Noé se formó de esta península la famosa Atlántida de Platón; que, destruida después la Atlántida, sólo quedaron la eminencias de sus montes más elevados que son nuestras islas..."
Pero quién más contribuyó a identificar al Archipiélago Canario con el continente sumergido, y al Teide con el monte Atlas, sería un escritor catalán, Jacinto Verdaguer, en su gran poema épico La Atlántida (1877).
EDAD MEDIA.
Durante la Baja Edad Media los primeros europeos comienzan la penetración marítima en el Océano Atlántico, durante este tiempo el Teide fue la primera señal que les ayudó a navegar por el océano. Se sabe que un profundo temor se apoderó de los viajeros italianos llamados Angelino Corbizzi y Niccoloso da Recco en 1341 cuando al dar la vuelta a la isla de Tenerife y al observar que veían por todas partes el Teide dominando el paisaje no se atrevieron a desembarcar por el temor que les producía. El texto de los dos italianos fue redactado por otra de las figuras más grandes de la literatura renacentista universal, Giovanni Boccaccio.
Un navegante veneciano al servicio de la Corona Portuguesa, llamado Alvise Cadamosto nos aporta un relato más realista de Tenerife y del Teide en 1445: "...Debo hacer mención especial de Tenerife, que es la más poblada y una de las islas más altas del mundo, pues con un tiempo claro se la divisa de una enorme distancia; y marineros dignos de fe aseguran haberla visto, en su opinión, desde sesenta y setenta millas españolas, pues en medio de ella hay un pico, en forma de diamante, que es altísimo y que arde continuamente..."
El Almirante Cristóbal Colón durante su travesía por Canarias la noche del 24 de agosto de 1492, antes de partir hacia América, escribió en su cuaderno de bitácora: "...El Almirante resolvió a 23 de agosto volver con sus dos barcos a Gran Canaria. Zarpó al día siguiente y pasó aquella noche cerca de Tenerife, de cuya cumbre, que es altísima, se veían salir grandísimas llamaradas de lo que maravillándose su gente les dio a entender el fundamento y la causa de tal fuego, aduciendo al respecto el ejemplo del monte Etna en Sicilia, y de otros muchos montes, donde se veía lo mismo...".
Las técnicas del Carbono 14, una cartografía geológica y un análisis de los textos históricos han demostrado que la referencia del almirante corresponde a la erupción del volcán de Boca Cangrejo, siendo ésta la quinta erupción histórica de Tenerife.
RENACIMIENTO.
George Fernner, un viajero inglés que salió el 10 de diciembre de 1566 del puerto de Plymouth rumbo a Guinea y a las Islas de Cabo Verde y que visitó Tenerife el día 28 del mismo mes se refirió a la montaña diciendo: "...Nadie había subido hasta su cima..." Por su imponente altitud se empieza a considerar a la montaña durante los primeros años de la navegación atlántica hacia el sur (XV-XVII) como la montaña más alta del mundo. Es en esta época cuando los descubrimientos de nuevas tierras empezaban a ser cartografiados, destacando las cadenas montañosas. En este momento es cuando el Teide comienza a ser representado, aunque los cartógrafos se basaban generalmente en relatos de los marineros y comerciantes a su regreso de sus travesías. Esta razón de mitificación del volcán motivó que el Teide fuese considerado durante esta época como la montaña más alta del mundo, probablemente esta consideración se originó en la iconografía renacentista y barroca en una forma de representación muy singular, como "una montaña picuda en forma de diamante que está siempre ardiendo".
Esta forma de representar al Teide como una roca elevada fue bastante difundida en los siglos XVI y XVII, y figuró como grabado en la ilustración de algunos de los libros de viajes y geografía más populares de la época, como en el de John Ogilby, África (1670) o el de Oliver Dapper, Nueva descripción de las islas de África (1676), a quién se le atribuye la autoría de uno de los varios modelos que circularon por Holanda, Inglaterra e Italia.
El ingeniero cremonés Leonardo Torriani en su manuscrito del siglo XVI "Descripción de las Islas Canarias" asegura; "...este famosísimo Pico es célebre por su grandísima altura, que decriben los marineros de 440 millas en el mar, que son 70 leguas en España; por lo cual se cree que no cede ni al Ararat, ni al Líbano, al Atos y al Olimpo, sino que a todos los rebasa..."
A Torriani le debemos la primera cartografía individualizada de las islas y una gran cantidad de gráficos y dibujos que han convertido su obra en un pilar fundamental de la historiografía canaria. En su narración de su ascenso al Teide se refleja su preocupación por comprender el volcán. Al igual que Thomas Nichols inicia su descripción de Tenerife por el Teide.
EN LA ACTUALIDAD.
En 1954 el Teide y todo el circo de su alrededor es englobado en el Parque Nacional de Las Cañadas del Teide. Actualmente se utiliza el nombre de Parque Nacional del Teide y como celebración del 50 aniversario de su transformación en Parque Nacional se inició una campaña para que la Unesco lo declarara Patrimonio de la Humanidad, siendo nombrado como tal a las nueve y media de la mañana del 28 de junio de 2007 en la 31ª sesión de la Convención de Patrimonio Mundial de la UNESCO, en Christchurch (Nueva Zelanda). Además el 31 de diciembre de 2007 se lo incluye dentro de los 12 Tesoros de España.
Durante la candidatura del Parque Nacional del Teide como Patrimonio de la Humanidad un total de 39 países46 optaron a entrar en el listado, algunos con propuestas tan singulares como las del Monte Fuji (Japón), la Casa de la Ópera de Sídney (Australia), el Fuerte rojo (en la ciudad india de Delhi), o las torres de vigilancia Diaolou (en la provincia china de Kaiping). Finalmente, sólo 3 parajes naturales fueron los elegidos: la Región de Karst del sur en China, los tubos de lava de Jeju, en Corea del Sur y el Parque Nacional del Teide en España.
En la actualidad el Parque Nacional del Teide es el Parque Nacional más visitado de España,48 el más visitado de Europa y el segundo del mundo con 3.142.148 visitantes en 2007. Además el Parque Nacional del Teide es el segundo paraje volcánico que mayor número de visitantes recibe del mundo, sólo superado por el Monte Fuji en Japón.